QUE CANTEN LOS NIÑOS

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miércoles, 2 de junio de 2010

¿Para que lo querés?

Para no perder el hilo de las entradas continuaré con experiencias que como bien dije en la entrada anterior me tocaron muy de cerca y más allá de los años transcurridos jamás me los sacaré de la cabeza. Probablemente es una deuda pendiente a determinadas personas que con toda la confianza del mundo se entregaron como pacientes, y ¿quien dice?... en esas así estaba el libreto ¿no?. Que un día pudiera plasmar esos sentimientos, esas palabras en un papel o en un sitio donde muchos podremos reflexionar acerca de determinadas actitudes.
Todos los nombres que pondré son ficticios, pero lo que sí será real será la historia contada en este blog .
Como dije anteriormente a pesar de los años transcurridos no me olvido de la cara de ninguno de mis pacientes, sus sonrisas al verme, o (¿porque no?), su cara de disgusto por el cansancio mismo de mantener un tratamiento que ya no deseaban recibir.
Mi primer Lección:
Roxana, una paciente muy joven de apenas 40 años, sufría una enfermedad irreversible. La peleaba, ponía el cuerpo, la mente , el alma para combatirla.
Cada 15 días venía a que la transfundiera, sus venas ya no daban más, puesto que la quimioterapia hacían de ellas estragos. Tampoco ayudaba su contextura física, puesto que era algo regordeta y esto no era de gran ayuda para que los de laboratorio la tuvieran que estar pinchando permanentemente por los análisis y así romper las pocas venas que uno podía usar para la transfusión.
Roxana venía acompañada por su anciana madre (al menos a mí me parecía una mujer anciana, pero es posible que el dolor de su hija era lo que veía reflejado en el dolor de esa madre)siempre con una sonrisa reflejada en su rostro. Me tenía mucha confianza (demás está decir que practicamente la mayoría de los servicios nos buscan para que encontremos via a los pacientes complicados), ya que sabía que sin hacerla sufrir podía encontrar su vena tranquilamente. Su entrega era absoluta, por ende esto me hacía mucho más fácil mi trabajo. Comunmente la transfusión se la pasaba en una hora y media ya que su capacidad venosa era muy endeble y no podía correr el riesgo de perder la via.
En esa hora y media (siempre su madre al lado sentada en una silla), yo iba y venía de la habitación, donde podíamos entablar charlas referentes a cualquier tema, menos a la enfermedad en sí. La cuestión era que si bien estaba conciente de su enfermedad, tuviera un rato de tranquilidad, así que hacíendole chistes, bromas, riéndonos de cualquier cosa, todo pasaba más rápido y cuando nos queríamos acordar al menos por ese día el tratamiento había concluido.
Un año estuvimos juntas, cada quince días viéndonos para que recibiera su "nafta" como le decía yo. Dentro de una de esas charlas me contó que estaba preparándole el cumpleaños de 15 a su única hija, (la cuál tuve la suerte de conocer y me enternecía ver a una adolescente no sabiendo donde se encontraba parada frente a la enfermedad de su madre). A partir de ahí las conversaciones rondaban siempre sobre eso; la fiesta que harían, que se pondrían, etc.
Jamás pregunté nada (nunca fui de indagar, considero que el derecho de querer contar lo tiene el que desea hacerlo y no por preguntas que uno hace), así que para mí eran ella, la madre y la hija.
A los 9 meses que estuvimos viéndonos noté en ella un cierto desgaste anímico, quería reir de mis payasadas pero notaba que sonreia apenas para hacerme sentir bien "ella a mí".
Llegando al mes 12, entré a terapia estando de guardia y la encontré:
_"Rox (le dije), no sabía que estabas acá"_ Había sido internada esa noche por una indisposición que había sufrido.

_"Sil (me dijo), que bueno verte, estaba por hacerte llamar"_
Yo había notado antes de entrar a terapia que había gente, pero no había notado que su madre junto a su hija estaban en un costadito de la sala de espera sentadas esperando el parte médico.
_¿Que pasa Rox, que hacés acá?_ Obviamente lo que trataba era de restarle importancia para que ella no se angustiara más.
_"Es la hora Sil"_ mirándome fijamente a los ojos.
_Dejate de joder Rox, si querés la hora te la doy ya mismo, ¿hora de que?_ Me sentía una idiota haciendo ese chiste, pero no le iba a dar el brazo a torcer.
Me miró con sus ojos llenos de lágrimas, pero con una enterza pocas veces vista.
_"Están todos afuera"_ me dijo en forma afimativa ya que sus acompañantes desde el momento de la internación eran su madre y su hija.
_Dejame ver, no me di cuenta al entrar_. Fuí hasta la sala de espera y si, indudablemente estaban su hija y su madre como antes describí. Entré nuevamente
_Están todos Rox, ¿necesitás que te traigan algo?_. Aún haciendo como si nada pasara.
_Están mi mamá y mi hija, pero no está él_ , me dijo con un nudo en la garganta.
En forma inmediata comprendí que hablaba de su ex marido, padre de su hija.
_¿Para que lo querés?, no te angusties, no vale la pena. En poco tiempo te vas a casa y lo mandás al carajo_
_Sil, él está con ella, y yo no me puedo despedir_
¿Les digo la verdad?, no pude decir más nada, solo la abracé, la besé, la mimé y salí de terapia rumbo a mi servicio.
Esa madrugada se convirtió en ángel, aunque para mí lo fué siempre.
Rox, amaba a su hija como a nadie en el mundo, pero en sus últimas horas solo pedía y tenía la esperanza de volver a ver al hombre a quien amó, le entregó todo y ese mismo amor hizo que tuvieran a ese pimpollo.
Cuando hoy veo que hay alguien que ya no tiene interés en mí, no me aferro a eso, solo acepto. Pero también aprendí que puedo ser yo ese alguien a quien quieren ver, así que intento, más allá de las diferencias que uno pudiera tener, no cerrar la puerta jamás.
Para mí fue una de las primeras lecciones de vida.
Pobre de los necios que no tienen la capacidad de asumir que con una simple visita a tiempo, hace que la partida de una persona que fue amada pueda iniciar su viaje en paz.
Una mirada, un apretón de mano, un beso en la mejilla, un "disculpame", un silencio quizás (los cuales dicen más que mil palabras muchas veces) puede hacer que para el que sufre su sufrimiento sea menos doloroso.



Pero él no está


¿Que es para mi?

¿Que significa para mí mi vida bien vivida?. Mi vida bien vivida no significa todo aquello que hice bien o considero que fué locorrecto, sino también aquellos errores que cometí y sigo cometiendo porque de ellos aprendo permanentemente. Tanto mis aciertos como mis desaciertos hicieron y siguen haciendo que mis pasos sigan dejando huellas en mi camino. No tengo un porcentaje de unos y los otros en mis 47 años de vida, sí recuerdo aquellos que me dejaron marcada o bien que pudieron hacerme sentir feliz como infeliz dependiendo de la decisión que tomé. Si tendría que empezar sobre aquello que para mí fue el mejor acierto es mi profesión, o mejor dicho mis dos profesiones, las cuales con ellas pude tener contacto permanente con mis semejantes, aprendiendo del dolor, de la felicidad, de la vida y de la muerte. Ese hilo fino que muchos temen hablar cuando en realidad "La muerte está dentro de la vida", lo cuál lo aprendí de mi hijo Germán cuando con su corta edad de apenas 17 años un día se sentó a mi lado y consolándome por la muerte de mi padre me dijo :_"Mamá, la muerte está dentro de la vida, es una posibilidad y como tal hay que asumirla y aceptarla"_
Volviendo a mis profesiones tendré que decirles que no hubo desaciertos ya que cuando se trabaja con el cuerpo del otro no podés permitirte errores.
Soy Técnica en Hemoterapia y Masoterapeuta, tanto en una como la otra tuve siempre la gatificación de los pacientes como de los familiares. Mi relación con ellos era increible, y probablemente es donde uno comienza a ver en realidad lo que es el sufrir de tu semejante (y no por libritos) por ese constante contacto tanto sea físico como espiritual que se hace entre terapeuta y paciente, persona con persona, ser humano con ser humano.
En mis próximas entradas seguiré contando muchas de estas experiencias de vida sin faltar al secreto profesional obviamente. Experiencias que se manifestaron en mí.
Pero vamos despacio y podrán comprender esto de "MI VIDA BIEN VIVIDA" con mayor claridad.


¿Que es para mi?

¿Que significa para mí mi vida bien vivida?.
Mi vida bien vivida no significa todo aquello que hice bien o considero que fué locorrecto, sino también aquellos errores que cometí y sigo cometiendo porque de ellos aprendo permanentemente.
Tanto mis aciertos como mis desaciertos hicieron y siguen haciendo que mis pasos sigan dejando huellas en mi camino.
No tengo un porcentaje de unos y los otros en mis 47 años de vida, sí recuerdo aquellos que me dejaron marcada o bien que pudieron hacerme sentir feliz como infeliz dependiendo de la decisión que tomé.
Si tendría que empezar sobre aquello que para mí fue el mejor acierto es mi profesión, o mejor dicho mis dos profesiones, las cuales a ellas pude tener contacto permanente con mis semejantes, aprendiendo del dolor, de la felicidad, de la vida y de la muerte. Ese hilo fino que muchos temen hablar cuando en realidad "La muerte está dentro de la vida", lo cuál lo aprendí de mi hijo Germán cuando con su corta edad de apenas 17 años un día se sentó a mi lado y consolándome por la muerte de mi padre me dijo :_"
Mamá, la muerte está dentro de la vida, es una posibilidad y como tal hay que asumirla y aceptarla"_
Creo que desde esa y tantas conversaciones con mis hijos pude comprender muchas cosas que por mandatos que tenía yo desde mi crianza no podía terminar de cerrar.
Vlviendo a mis profesiones, he tenido muchísimas satisfacciones, las que hoy por hoy al encontrarme con antiguos pacientes o familiares d elos mismos puedo decir : Fue un acierto dedicarme a la salud (soy Tec. en Hemoterapia y Masoterapeuta).
Cuando nació mi primer hija decidí dejar Hemoterapia puesto que deseaba estar junto a ella permanentemente, jamás me arrepetí de esa acción. Pude disfrutar a Flor en todas sus etapas y vaya que la disfruté. Al año y tres meses nace Germán, donde descubrí aún más que mi decisión había sido la correcta ya que tenía dos bebés y no uno para disfrutar.
Cuando iban creciendo me dediqué a la Masoterapia, donde el tiempo lo manejaba yo con respecto a los turnos de los pacientes y eso permitía poder seguir disfrutando a mis hijos.
Pero llegó un momento que la cantidad de pacientes era muy grande y tampoco podía disfrutar del todo el desarrollo de ellos, así que después de ejercerla durante 8 años opté por bajar la perciana y con mis dos hermosas profesiones en un cajón (dije profesiones, no conocimientos), me dediqué a mis hijos nuevamente a full.
Nadie me quita las palabras de agradecimiento de pacientes y familiares, nadie me puede quitar mis conocimientos ni mis vocaciones, y acá no hablo de desaciertos porque al trabajar sobre la vida de otro sea en un tratamiento no te podés permitir un solo error.
Espero que en esta entrada vayan comprendiendo un poco a lo que me refiero con "Mi vida bien vivida".
Foto en un congreso sobre rehabilitación cubana
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